domingo, 9 de diciembre de 2012

Francesca Woodman.



Vamos con una de fotografía.  Hoy voy a hablar de Francesca Woodman, una fotógrafa algo cruda. No cruda como esos fotógrafos que documentan las desgracias del mundo, es otro tipo de crudeza. Es más bien esa clase de crudeza melancólica, que resbala poco a poco de uno mismo y termina bañandolo todo.

Puesto que este blog no tiene categoría de "mature content", evitaré fotos de desnudos, aunque algunas son de las mejores que tiene.

Creo que Francesca Woodman es una de esas artistas que deben una gran parte de su fama a su trágica muerte. Su obra, algo oscura, inquietante y sobre todo melancólica, ha servido de inspiración para mucha gente. Ella es la modelo de gran parte de sus fotografías y su tema central era la representación del cuerpo, un cuerpo que suele estar oculto, medio desaparecido.

 Francesca Woodman nació en 1958 en Colorado y murió en 1981 en Nueva York, con casi 23 años. Sus padres trabajaban en el mundillo del arte, una ceramista y un pintor, asi que lo tuvo en su entorno desde pequeña. Pasó la mayor parte de su vida entre Colorado e Italia.  Empezó a hacer fotos a los trece años, estudió arte y se familiarizó con las tecnologías de vídeo o fotografía de la época. Realizó unas tres pequeñas exposiciones en vida, sin gran repercusión. Su primera exposición tuvo lugar cinco años después de su muerte, una pena.

Francesca se suicidó saltando desde una ventana de Lower East Side en Manhattan, dejando escritas las siguientes palabras para una amiga:
“Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas”.

Como es lógico, este hecho marcó la vida de sus padres, que han dedicado su vida a promocionar la obra de su hija y llevaron adelante un documental llamado The Woodmans. Aunque no lo he visto, he leído en un artículo de El País que en el documental comentan que, leyendo los diarios de Francesca, su obra era realmente una celebración de la vida y el arte era para ella un ancla, algo religioso; su suicidio llegaría acompañado de una crisis creativa. Al parecer todo estuvo muy vinculado a tema de drogas y desamores.

En fin, una pena. Quién sabe cómo serían hoy las fotografías de esta chica si no se hubiera suicidado, esto es como todo. Pero lo que ha dejado tendrá siempre ese aire del más clásico romanticismo.




“I feel like I am floating in plasma. I need a teacher or a lover. I need someone to risk being involved with me. I am so vain and I am so masochistic. How can they coexist?”

— Francesca Woodman.

A~

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